7 de julio de 2014

La indisciplina del voto

La inesperada indisciplina del votante ha movido ese tú y yo, sillón del bipartidismo. Algunos pasajeros desdeñan ese tren, con una locomotora en cada extremo, que, por idéntica dirección, les cambia alternativamente de sentido. Con vaivenes tan sobados, es difícil cambiar de sitio. Y, bastantes, están hastiados de tanto zarandeo.
Andan mirando si, con maquinistas nuevos, se olvidará el asunto. Pero me temo que lo denigrante son los viejos usos, el trayecto obligado, las paradas imprevistas, las vías muertas, las demoras, los abusos, las trampas. Y dudo de que, simplemente con jóvenes semblantes, vayan a conformarse esos usuarios tan escarmentados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una gran metáfora para una situación ya vieja y repetitiva, nieta del caciquil reino de taifa de primeros de siglo pasado; luego con y en aquella primera dictadura, o dictablanda según conviniese a quien hablase, se monopolizan las protoempresas y se concentran para nacionalizarse haciéndose ver así que el mismo estado es más sociable de lo que aparenta. Aunque de sus muertos no hable.
Nacen, entre otras la Renfe (no como su acrónimo pone, sino como aquel que el cómico cuenta: Rogamos Empujen Nuestros Ferrocarriles Estropeados) Y así da comienzo a todos estos. Bisnietos herederos de trifulcas que como en las familias que se rompen usan ambos excónyuges a sus hijos como moneda de cambio. Hora así, hora asá y si disientes o no me conformas ahí están los juzgados.

TENFÉ la llamaría yo en vez de Renfe. Aunque ahora y deseando acabar con ese pasado, en apariencia, la regeneran como Adif. La misma dirección y más opulento el patrón. Se rompe la coyuntura del obrero y sus convenios pues ahora más dispersos no tiene la misma fuerza; ya casi no son problema. Y a este nivel dando una de arena y otra del concreto aparentan conciliar la vida que a ellos les parece familiar.

Es el nuevo tren de vida, de usanza y base antigua, para los neonobles gobernantes que dejando altos resquicios de creencias y diezmos para las supersticiones de siempre; (nos) mandan, ambos, una y otra vez todo al carallo.

Para que cambiase algo deberíamos cambiar de vías y dedicarnos al tren de levitación magnética; aunque pudiera ser que ahí la Iglesia pidiera cobrar por el empleo de determinada palabra, con lo cual regresaríamos al inicio.
Más o menos... :))´


Lan dijo...

Gracias, Anónimo.
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