29 de diciembre de 2013

La mano que manda en la cuna

Gallardón tendría un hijo deficiente. ¡Anda!, y yo también. Pero, ¡pobrecitos de nosotros!, pese a nuestras nobles almas, no podemos. Y no creo que, en ninguno de los casos, sea porque tengamos una dotación genética tan hipersupermegaguay que lo impida (Bueno, igual el ministro sí). Se debe simplemente a que somos hombres, hombres de bien, claro, de Gallardón ni dudarlo. Sin embargo, aun siendo colegitas de la especie, o sea, dos machotes, a mí no se me ocurriría decirle a mi mujer lo que tiene que hacer, y ya, a todas las demás, me guardaría muy mucho. ¡Qué sabe nadie!

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