12 de marzo de 2013

Carnaval



Me llama la llamada del oropel vacío. Tapadera firme y fugaz, como la música estruendosa, para cuanto pueda ocultar una pequeña locura transitoria. Me llama la llamada del tul, del celofán, del color y las formas, del papel y de la pedrería, de la inusual alegría obligatoria, del desfile, del exhibicionismo ocasional que embadurna de caricias el ego, que envuelve cuerpo y alma en papel de caramelo, que alumbra espejismos de Alicia en su país para olvidar las desdichas del nuestro. Un año más pasó el carnaval haciéndonos felices como a niños. ¡Viva el carnaval! Ahora, seguiremos con la farsa.

3 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

buen final (para tan buen principio)

bicos!

Lan dijo...

Gracias, Zeltia.
Bicos para tí también.

Insumisa dijo...

Mmmmmm
No se...
¿Qué sería del calor sin un poco de frío? ¿Y qué del invierno congelante sin el verano bochornoso y criminal?
El carnaval es, tal vez, el desborde de lo que a cal y canto, permanece "apentontado" en las buenas y pudibundas conciencias durante el resto del año.

Como dijo el poeta: "no lo se de cierto, solo lo supongo".

Besossss