24 de septiembre de 2011

El último día del verano

Desde el horizonte profundo de la noche comienza su leve claridad a romper el silencio de lo oscuro. Le ladra un perro y dos gallos le retan. Y las estrellas enseguida se desconectan una a una, sin que pueda notarse el exacto momento en que se ocultan. Con su vaho templado mueve en el campo el visillo liviano de las brumas. Llega sin prisas, tranquilo y sosegado pero, aún así, alborota a los pájaros chillones. Con paso regular y lento, de buhonero viejo que va y viene, asoma por la puerta de la mañana nueva el último día del verano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito!

Por cierto, el comentario anónimo anterior y éste son de una mexicana con piel de letras.

Lan dijo...

Gracias, Piel de Letra, como buena maestra conoces el valor de motivar al que trabaja. Aunque, en estos casos, mi esfuerzo coincide con mi gusto.
Saludos, desanonimada.