25 de junio de 2011

Palabras yermas

A la justicia, idea interna con un sonido de infinito, la hemos ceñido el talle, y va por ahí vestida a conveniencia, la pobre, con el traje a medida de la legalidad. Utilísimo para los negocios.
La democracia, esa creencia incuestionable y salvaje en la igualdad, está enjaulada en las mazmorras de los grandes partidos. Domesticada, sirve al mercado.
A las cosas terribles las hemos bautizado con nombres aceptables. Y cada día se desvanecen más palabras, se esfuman sus conceptos por ese convenio hueco que mata a sus hijos, los significados, que son el único fruto verdadero de su vientre.

4 comentarios:

Metalsaurio dijo...

¡Si supiéses la cantidad de azucar que tengo que echar a alguna redacción de temas del trabajo para no espantar a los clientes...!

Todo es bueno, mejorable o con necesidad de ajustes...lo malo ya no existe.

Ángeles dijo...

He aquí el poder de las palabras. Tanto que se les tiene miedo.
Y nos volvemos blandengues a fuerza de no llamar a las cosas por su nombre. Cualquier día nos desmayaremos como alguien nos diga una palabra de connotación negativa.

Lan dijo...

Tal vez, Metalsaurio, hemos llegado a un punto en que las personas nos relacionamos tan poco entre nosotras que evitamos, sobre todo, el conflicto, en las poquísimas relaciones que entre unos y otros tenemos.
Por otro lado, y para eso de faltarse al respeto, ya tenemos los debates de la tele, de la radio y del senado, imagen real de lo que somos. ;-))

Lan dijo...

Sí, es cierto, Ángeles, se seleccionan las palabras con cuidado para enmascarar las intenciones. Y, ese hecho, hace que estas palabras camufladas aún me den más miedo.