19 de octubre de 2010

El recuerdo

La cañería del tiempo gotea, dejando aquí y allá manchas de luces y de sombras y de lugares inanimados y mudos que, en su día, tuvieron un guión que anda extraviado por nuestra cabeza. Las fotos son goterones escapados también de esa atarjea que todo lo engulle y se lo lleva. Las escenas que un día, alegremente, se captaron para el recuerdo, aparecen inopinadamente y nos muestran, mansas y mudas, que en recuerdo se convirtieron definitiva y tristemente. Y uno comprende lo deprimente de comprobar que las cosas lleguen indefectiblemente a ser aquello para lo que, en definitiva, fueron hechas.

4 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

En un cumpleaños mío que me sentía ya muy mayor -treinta y algo- (?)
alguien sugirió: venga, una foto "para el recuerdo"
y fui completamente consciente de que eso era, el resto de la noche flotó por el aire una nieblita triste.

por eso, cuando un dia está siendo especial, y en medio de sonrisas surgen los flashes, en la mirada y det´ras de la sonrisa, sonrío hacia el futuro en el que ya no estaré.

Me ha gustado, lan.
bueno, muy casi siemprísimo me gustan tus reflexiones, y cómo las sacas en 100 palabras, o menos.

isidro dijo...

Brillante como siempre, éste lo es especialmente, porque hasta la bella foto está en consonancia, ya que la luna en plenitud, y al igual que el tiempo, se marcha por detrás del histórico castillo de Atienza.

Lan dijo...

Zeltia, las sensaciones no tienen palabras. Pero algunos somos lo suficientemente obstinados para intentar traducirlas a ellas.
Las palabras, artificio de origen perdido, sólo evocan. Tal vez, para lo único que sirvan, sea para darnos sensación de compañía. Menos dan las piedras. :-)
Gracias por tus alabanzas a estas pizcas de palabras contadas.

Lan dijo...

Gracias, Isidro.
Algunas veces, como en este caso, surge una imagen inesperada de un amigo que se marchó, tal vez, antes de tiempo. Aunque, ¿cuál es el tiempo de cada uno?
Sólo conservo de él referencias de bondad. Y, al toparme con su foto, me pareció bonito el recuerdo de aquel tiempo que, entonces, parecía que no iba a acabar nunca.