29 de agosto de 2010

Villa Apolo (La casa Rúa)

En la hoy desolada Villa Apolo se escucha la ausencia. La explanada delantera yace desierta de fiestas ofrecidas al caer tibio de la tarde, prolongadas en el fresco seno sereno de la noche. Sus garitas morunas añoran a aquellos esbeltos centinelas. La piscina es un ataúd de aire, la pista de tenis, una manta ajada de rayas desvaídas. La torre vigía, bruja gris, guarda el misterio de la huida de aquella gente acomodada que habitó la mansión y que, un aciago día, se sintió irremediablemente repelida por un aterrador secreto que nadie llegó a conocer. El olor del pánico existe.

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