28 de abril de 2010

Oficio y vocación

Consideraba a sus colegas pobres de oficio porque habían hecho uno de la pobreza y ningún otro, más que ése, conocían. Había que considerar, sin embargo, su excelente cualificación, pues habían aprendido a obtener lo necesario cotidianamente, y aún para vicios, en menos tiempo que suena un cimbel. Mas no les envidaba por eso. Pues, aunque virtuosas de la haraganería, eran personas sucias, viciosas en general, y carecían del mínimo sentido práctico que les permitiera, no ya gozar, sino siquiera percibir, alguna de las hermosas simplicidades que la vida de un pobre, vocacionalmente entendida, podía regalar a quien supiera apreciarlas.

2 comentarios:

Zeltia dijo...

Seguro que sí, que muchos podían percibir alguna de esas hermosas simplicidades. Si se es pobre por vocación y se hace de ello un oficio que te permita sobrevivir, seguro que sí podría tomar como un regalo las cosas que se pueden apreciar cuando ninguna atadura te oprime.
otra cosa son los pobres por necesidad, o los que han quedado presos de ella y se conforman... como nosotros ocn lo nuestro.

Lan dijo...

¿Por qué no va a haber, entre los pobres, quienes vivan aristocráticamente su pobreza? ¿O es que la aristocracia ha de reservarse también a los ricos?
Saludos, Zeltia.