16 de enero de 2010

En el bar Agustín

En el bar Agustín, los dos enamorados, se contaban sus intimidades. El bar, casi siempre desierto, estaba cerca de la estación de trenes. Los dos enamorados, allí, se sentían seguros, como si la soledad habitual fuese una garantía. El ama, ya descangayada y vieja, les hacía dos hermosos bocadillos de lomo, jugosa la carne y el pan crujiente, y les servía dos cervezas grandes, destinadas a durar tanto como aquella conversación inacabable. Probablemente, los dos jóvenes. lo consumían en minutos, pero hablaban durante horas, desapercibidos de la efímera duración del presente, pero convencidos de lo perenne de sus sentimientos.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

quizá está bastante relacionado con la juventud, el no ser consciente de lo efímero del presente,
pero sobre todo,
lo de estar convencidos de lo perenne de los sentimientos.

muy chula la foto para este post
:-)

Lan dijo...

Los años, Zeltia, no es que den conocimiento para mucho pero para algunas cosas sí que lo dan.
Me alegro de que te gustara la foto. Una más tomada casualmente. Hasta otra, :-)