26 de enero de 2010

Con poquito me arreglo

Aparte de escribir, apenas alguna cosa le importaba. Su trabajo, un enredo; su tiempo, un pasatiempo; su salud, cosa vana; su dinero, agua en una cesta. Escribía cosas para ella, tranquila alberca de todas sus palabras.

6 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

puede añorar el ciego de nacimiento los colores que nunca ha visto?

puede sentir que le falta algo aquél que nunca ha tenido un hueco?

necesita las palabras quien no siente la necesidad de expresarse?

solo son preguntas que me surgen a veces, motivadas por algo que me recuerda que están ahí, como ahora este texto tuyo

Lan dijo...

Yo respondería que sí a las tres preguntas. Pero, supongo que, como todo, las respuestas podrían matizarse. Sin embargo, corro el riesgo de hacer unos comentarios desproporcionados para un blog que se conforma con artículos de todo a cien (o a menos). :-)
Gracias, Zeltia, por tu comentario.

Maribel-bel dijo...

Escribía cosas para ella, escribía..para no pensar en las más de cien cosas que podría cambiar. A tiempo?. Seguro..ya sentía el paso del agua. Bicos

Lan dijo...

Creo que él solía tener tiempo para más cosas, Maribel-bel. Claro, no sé si para tantas como cien. Besos ;-)

Insumisa dijo...

Ya quisiera yo encontrar una alberca, un charquito, o una pecerita para todas mis palabras guardadas.

Lan dijo...

Pues, si no lo tienes, tendrás que dejarlas volando, en el aire, que tampoco es un mal sitio, como hasta ahora.
Buenas noches, Piel de Letras.