19 de junio de 2008

Vieja fábrica


El ruido ensordecedor era la respiración de un monstruo que rugía, resoplaba y movía sus entrañas grandes y cilíndricas a impulsos pneumáticos. Las máquinas giraban sobre los botellines de los refrescos soltándoles desde sus tripas metálicas las aguas verdes, amarillas, fresas, naranjas, transparentes… salpicadas de esos minúsculos globos gaseosos que, bautizados como burbujas, se encargan de hacerles a los niños cosquillas en el paladar. Aún no habían llegado las multinacionales de la cola y el secreto de aquellas bebidas infantiles permanecía en la vieja fábrica. Esperó la piqueta. Hice la foto. Por poco, al día siguiente hubiera sido tarde.

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