15 de junio de 2008

Despedida


Al llegar el tren, me preguntó si tenía billete y dinero. Billete y 80 pesetas. Pero, ¿cómo consienten que un crío se vaya así a Francia?, y, conmovido, sacó su cartera y me dio cuanto tenía, 800 pesetas. Luego me abrazó y se dio media vuelta porque no quería que le viese llorar. Mi imagen, con un traje arreglado y teñido de negro que había sido de mi padre, y mi pinta de crío decidido evidenciaban un audaz desamparo. Mi tío no se volvió pero agitó la mano porque sabía que le estaba mirando. El tren dejó la estación de mi ciudad y se metió en la noche.

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